viernes, 24 de marzo de 2017

Los “defensores” de la libertad cargan de nuevo contra el gobierno de Venezuela

Felipe González y José María Aznar, ex presidentes del gobierno de España, han pedido la inmediata liberación del disidente venezolano Leopoldo López, además de afirmar que “Venezuela es una dictadura represiva”. Parece que les invade una tremenda preocupación por los derechos humanos; pudiera aparentar que les inquieta sobremanera que no se estén respetando las libertades en el mundo y de ahí su apoyo incondicional al llamado “preso político”.

Los dos ex mandatarios junto con otras personalidades internaciones están realizando reuniones y apariciones públicas, los medios de comunicación difunden sin descanso lo que ellos denominan “injusticia y vulneración de los derechos en Venezuela”, los tertulianos políticos nos advierten sobre el peligro que entraña el chavismo y Maduro...y encabezando toda esta ansia internacional de libertad tenemos, como decimos, al hombre de negocios Felipe González al que ahora se le suma Aznar, ex mandatario que apoyó la intervención militar ilegal en Irak y que no dudó en decirles a los españoles en horario de máxima audiencia “créanme lo que les digo, Sadam Hussein tiene armas de destrucción masiva”. No dudó en afirmarlo, en apoyar la guerra yanki con la consecuente desestabilización en la zona, muerte y terror para los irakíes como tampoco dudó posteriormente en no pedir perdón a los ciudadanos españoles por su afirmación pero sobre todo a las familias de los fallecidos en Irak (pedir perdón y para mi gusto desaparecer también de la escena pública al menos por pura vergüenza). Pues bien, estos dos sujetos son los que están librando -nos dicen los medios- una batalla internacional en favor de los derechos humanos allá donde se quebranten, ¿allá donde se quebranten?

Si por algo se ha caracterizado el ilustre señor González en los últimos tiempos es por ser un supuesto paladín en la defensa de los derechos humanos -aparte de trabajar para el multimillonario Slim-. Bien podría parecer si uno se informa en los medios convencionales -o mejor dicho: se desinforma- que a este referente de la pseudoizquierda le mueve una causa tan noble como la que dice defender, pero nos resulta cuanto menos sospechoso que su foco y el foco mediático de la adulterada prensa internacional se centre en Venezuela, gobernada precisamente por un gobierno que González, Aznar y la derecha internacional califican de gobierno no amigo.

Y decimos que cuanto menos es sospechoso que a nuestros “luchadores” por la libertad les movilice una sincera preocupación social ya que en la actualidad existen en el mundo verdaderas tiranías, regímenes atroces que no dudan en aplicar la lapidación, la humillación más despreciable hacia la mujer o la crucifixión para los disidentes políticos. ¿Qué hay de algunos países en los que se crucifica y decapita a los disidentes o se lapida a las mujeres, señor González? ¿Para cuándo se va a pasar usted por estos países para intentar entrevistarse con alguien a quien vayan a crucificar, decapitar o lapidar? ¿Cuándo van ustedes a realizar campañas internacionales contra semejantes regímenes? ¿Cuándo focalizarán su atención los medios en países como estos? ¡Ah!, disculpen ustedes, que estos países son nuestros aliados y amigos...comprendemos caballeros, comprendemos que no importan las flagrantes violaciones de los derechos humanos siempre que el gobierno o dicha tiranía sea nuestra amiga; entendemos que hay que emprender campañas internacionales contra un gobierno democrático pero no hay que hacer ruido para que la prensa internacional se centre en países amigos que torturan, crucifican o lapidan, tan amigos que el actual jefe de Estado español ha estado recientemente de visita cordial a uno de estos regímenes que deberían avergonzar hasta al más insensible.

Señor González, Aznar, señores “luchadores” por la libertad de Venezuela que tanto abundan en los países occidentales europeos y medios de comunicación de los países llamados democráticos: ¿qué les moviliza a ustedes? ¿La libertad o acaso algún otro interés? ¿Por qué les importa tanto que un tribunal de Venezuela condenase a López (condena ratificada por el Tribunal Supremo) pero sin embargo les importa tan poco lo que está ocurriendo en otros lugares? No, señor González, señor Aznar; no, dueños de los medios de comunicación al servicio de poder: no queremos ser mal pensados y nos encantaría imaginar que a todos ustedes les mueve una sincera motivación social, una defensa de las causas justas, pero se nos antoja tarea bien difícil creerles, y en cambio nos resulta tarea sencilla el creer que detrás de todo este ruido mediático pudieran esconderse intereses que nada tienen que ver con derechos humanos. Los hechos son tozudos.

Vicente Berenguer

lunes, 20 de marzo de 2017

¿Dónde están los sindicatos?

Desde hace tiempo estamos sufriendo en el mundo un proceso general y progresivo de empobrecimiento. Los trabajadores cada día perciben menores salarios recibiendo muchos de ellos remuneraciones que rayan la esclavitud. La situación como decimos se prolonga ya en el tiempo pero sin embargo no solemos ver actuaciones de los oficialmente representantes de los trabajadores, ni tan siquiera a modo de presencia en los medios: ¿Dónde están los grandes sindicatos? Además de todo esto habría que sumar los millones de trabajadores desempleados, gran parte de los cuales nunca podrá reincorporarse ya al mercado laboral. Seguimos preguntando: ¿dónde están los representantes de los trabajadores? Vemos todo tipo de tertulianos en las televisiones y personas de profesiones varias debatiendo o manifestándose en los medios: economistas, políticos, periodistas, sociólogos, bufones y también payasos (con todos los respetos hacia la tan noble profesión de hacer reír), ¿y dónde están los sindicalistas?

Los grandes sindicatos, en efecto, ni están ni se les espera. A los sumo vemos cada ciertos meses -o ya casi que podríamos decir: años- una aparición pública de algún líder sindical generalmente para afirmar trivialidades. Parece que ya ni se molestan en cumplir su principal acometido, canalizar la indignación de los trabajadores -indignación que por otra parte se ha ido diluyendo como un azucarillo-; ya casi que ni se esfuerzan en escenificar una representación que a muchos nos parece que no es tal; sencillamente y usando terminología telefónica: están apagados o fuera de cobertura.

No sabemos dónde están los sindicatos pero pese a ello la verdadera fuerza de un país sigue siendo la actividad del trabajador: es la energía que puede llevar adelante a una nación o puede paralizarla, es el motor que mueve a un estado pero también la fuerza que puede “golpear” a las élites y a sus planes de empobrecimiento global. Son, ciertamente, los que pueden plantar cara y decir “basta”, y no precisamente con las huelgas que tanto gustan a la patronal y a los sindicatos oficiales (un día de huelga a cada dos o tres años y todos a casa) sino con verdaderas medidas de presión efectivas y si es necesario indefinidas que bien están al alcance de la mano de los trabajadores. Pero claro está, que para que la fuerza del trabajador pueda ser influyente y pueda ayudar a revertir la actual situación de injusticia salarial y las diferencias sociales cada vez más acuciantes se requiere de unión, organización y lucha, pero no habrá ninguna de las tres en tanto que estemos bajo el paraguas de unos sindicatos que en lugar de promover la lucha de los trabajadores promueve su parálisis.

No, y como se podría decir de una buena parte de políticos, no nos pueden representar unos sindicatos o unos líderes que no pongan constantemente el “grito en el cielo” por el creciente empobrecimiento de los trabajadores; no pueden ser representantes unas organizaciones que no se empeñen en concienciar de que las condiciones laborales cada vez son más penosas, que las injusticias y las desigualdades sociales son cada vez mayores y que es necesario por tanto mantener una lucha efectiva que pueda ser una verdadera arma de presión. No nos deberían representar aquellos que en lugar de despertar conciencias las adormecen, aquellos que en lugar de plantear debates sobre las posibilidades contestatarias que tiene el trabajador -que en realidad son muchas- hagan los debates inexistentes.

Porque si entendemos por “sindicatos” aquellas organizaciones que defienden los intereses de los trabajadores frente a los intereses de las élites preguntamos de nuevo: ¿dónde están los sindicatos?, o quizás podríamos plantearlo de una manera mejor: ¿existen?

Vicente Berenguer